No corren buenos tiempos para los asistentes de voz. Por un lado, los utilizamos para poco más que poner temporizadores, preguntarle la hora y pedir música. Por otro, las big tech se están apretando el cinturón: Amazon planea despedir a 10.000 trabajadores y este ajuste se centra en el área de dispositivos (entre ellos, los que integran Alexa) y Google otros tantos. La guinda del pastel es que la amenaza de las IA se cierne sobre ellos: cuenta historias, explica funciones y hasta resuelve dudas. Y a juzgar por nuestra experiencia, lo hace mejor.
A un lado del ring, ChatGPT, inteligencia artificial de OpenAI. Al otro, Google Assistant con el músculo del todopoderoso Google. Para el combate formularemos siempre la misma pregunta y esperamos una respuesta concreta y precisa. Lo mismo que podrías esperar de una persona. Solo consideraremos la primera respuesta.
Primer round. Una fácil: ¿Quién inventó la bombilla?
Pregunta clásica de Trivial donde las haya. Mientras que ChatGPT responde de forma clara, Google atribuye la invención hasta a seis inventores, aunque solo devuelve de forma oral dos (Edison y Swan), mostrando al resto en imágenes. La concreción de uno frente a los detalles de otro. Si bien es cierto que todos ellos forman parte de la historia de la invención de la bombilla, de forma oficial quien pasó a la historia por este mérito es Thomas Alba Edison.
Segundo round. Una complicada: ¿Cuál es la capital del país que está contiguo a Portugal?
Uy. Suspenso en comprensión para las dos. ChatGPT al menos acierta el país, pero se queda a medias. Google mete la pata tanto oralmente como por escrito.
Tercer round. Una de clase: ¿Cuál es la derivada de una función?
Hay quien usa al asistente de voz para que le eche una mano en sus tareas de clase. Pero mientras que Google filtra la información disponible limitándose a devolvernos la entrada de la Wikipedia, el chat de OpenAI elabora el mensaje a través de ella.
Cuarto round. Una de cultura general: ¿Qué diferencia hay entre una persona transgénero y una persona transexual?
Lo anterior queda todavía más patente cuando la pregunta tiene que ver con la diferencia entre dos conceptos. ChatGPT sí que lo hace, pero Google Assistant se limita a leernos un fragmento destacado que devuelve la búsqueda de la pregunta en Google.
Quinto round. Léela con cuidado: ¿Quién fue la primera esposa del marido de Anne Boleyn? (Ana Bolena)
En este caso aciertan ambas, pero la respuesta de ChatGPT es mucho más natural: Google Assistant responde que «esta información procede de Wikipedia» mostrándonos la tabla, OpenAI elabora la respuesta.
Sexto round. ¿Quién era el anterior jefe de diseño de Apple?
De nuevo, mientras que Google nos devuelve que esta información es la que procede de Wikipedia frente a la respuesta desarollada de ChatGPT.
Séptimo round. Pregunta trampa. Lenguaje neutro: ¿Qué tenista es quien tiene más Grand Slams de la historia?
Diferencia de opiniones, aunque de nuevo Google vuelve a recurrir al motor de búsqueda y referenciar su respuesta «según» un medio. Pero…
Octavo round. ¿Cuántos Grand Slams tiene Serena Williams?
En nuestra experiencia, la contextualización, comprensión y concreción de OpenAI vence a la inteligencia de Google, pero no es perfecto. Hace unos años Google saltó a la palestra por su algoritmo racista al etiquetar como gorilas a dos personas de color, pero ante una pregunta neutra, ambas inteligencias han respondido dando por hecho que se refería a hombres. Habrá que seguir entrenando los algoritmos.
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La noticia
He enfrentado Google Assistant con el chat de OpenAI y ahora creo que el asistente de Google no es tan inteligente
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Xataka Android
por
Eva Rodriguez
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